viernes, 25 de julio de 2008

Retales de una vida (nuevo single Celtas Cortos)

Letra:

“De los retales de una vida,
sale una canción.
Y de los sueños rotos,
en el corazón.
De ese amor perdido..
del que no queda ya nada.

De las batallas perdidas,
sale un ganador.
De las batallas ganadas,
sale un perdedor.
De las sonrisas al viento,
hay lágrimas derramadas.

Y los recuerdos al aire,
me besan la cara.
Sólo recuerdo lo bueno
de lo malo nada.

Aún queda tiempo pa’l viento,
vaya donde vaya.
Y que me lleve volando
a tocar a otra guitarra.

De los grandes subidones
siempre hay un bajón.
De las grandes amistades
siempre hay un traidor.
De los acordes mayores
es el más grande menor.

De las grandes ocasiones,
alguna hay mejor.
De los grandes perdedores,
hay un ganador.
De si el mejor del equipo
es el latido del corazón.

Y los recuerdos al aire
me besan la cara.
Sólo recuerdo lo bueno
de lo malo nada.

Aún queda tiempo pa’l viento,
vaya donde vaya.
Y que me lleve volando
a tocar a otra guitarra.

Y los recuerdos al aire…

Sólo recuerdo lo bueno…

Aún queda tiempo pa’l viento…

Y que me lleve volando
a tocar a otra guitarra.”

domingo, 20 de julio de 2008

Catolicismo y heavy metal no están reñidos

Nada que ver con el satanismo

Un monje italiano ha publicado su segundo album de heavy metal. Es el séptimo disco y lleva siete grandes conciertos en lo que va de año y dice que esta música está llena de energía y no tiene nada que ver con el satanismo

(CADENA SER) 20-07-2008

"No estoy aquí porque sea cura o fraile, sino porque soy fraimetal y porque el metal es una música maravillosa". Desde luego, Barón Rojo no es ese capuchino italiano de 62 años, Cesare Bonisci que, con el hábito marrón y el cordel blanco a la cintura, medio calvo y con una larga barba blanca, acaba de publicar su séptimo disco de heavy metal y en lo que va de año lleva ya siete grandes conciertos.

"Hago metal porque es una música llena de energía", ha declarado a la Cadena SER. "El satanismo no tiene nada que ver con el metal", ha asegurado al preguntarle por el símbolo de la mano cornuda en sus conciertos. Dedos índice, meñique y pulgar estirados que no invocan a nadie. "Este es el signo de los sordomudos para decir te quiero", se ha justificado.

Sus conciertos están bendecidos, según él. "Dios, el Papa y toda la Iglesia nos han bendecido ya", ha gritado en sus conciertos. Es todo un reto para los coros de la Capilla Sixtina del Vaticano y para los cistercienses que venden discos de gregoriano.

Fraymetal salta al escenario y comienza sus conciertos con gritos de "¡Viva!" y la gente responde "¡Metal!".

sábado, 19 de julio de 2008

Un ejemplo a seguir, una vida llena de lucha

HISTORIA DE JIM BRADDOCK O "CINDERELLA MAN"

braddock.jpg

Hace algo más de un año, el ex boxeador y escritor Francisco Fernández Feu publicaba el libro “Grandes campeones de los pesos pesados” (Ediciones del Cobre, 2003), un libro donde hace el retrato y la biografía de 16 grandes púgiles de la máxima categoría: desde John L. Sullivan, que boxeó y se coronó a puño desnudo, hasta Joe Louis, más conocido como “El bombardero de Detroit”, que estuvo once años, nada menos, invicto como campeón del mundo y así se retiró. Louis, que había ganado a Max Schmelling, Primo Carnera, Paulino Uzcudun, Jack Sharkey o Max Baer, sucumbió en su regreso a la potencia de los puños del gran campeón blanco Rocky Marciano en 1951. Fernández Beu habla de James Corbett, más conocido como “Gentleman Jim” y primer campeón con guantes; de Fitzsimmons; Jack Johnson, que estuvo en Barcelona y peleó con Arthur Cravan, y de otros mitos del boxeo: Jack Dempsey, aquel blanco con pegada de mulo que peleó con Luis Firpo, el “toro salvaje de la Pampa”; Gene Tunney, estudioso hasta de su sombra; Jack Sharkey; Schmelling, fallecido hace algunos meses, Max le propinó una paliza a Joe Louis en 1936 y éste lo dejó k.o. en 1938 en el primer asalto; o Primo Carnero, aquel mastodonte de mandíbula frágil y escasas maneras que inspiró a Budd Shchulberg su libro “Más dura será la caída”, y luego la homónima película de Mark Robson, con Humphrey Bogart.

Fernández Beu también habla de James J. Braddock y de su gran rival Max Baer, muy de actualidad estos días por la película “Cinderella Man”. Baer sale un poco malparado en la cinta, más que en el libro: era un gigantón con una brutal pegada que había matado a dos púgiles; debutó en el cine en 1941. Según un folleto de doce páginas que encontré en el rastro de Zaragoza ni era tan chulo ni tan crápula. De hecho, tras ver “Cinderella Man” de Ron Howard, su hijo ha protestado por el modo en que es tratado su padre.

La actitud y el carácter de Max Baer, que era un extraordinario y feroz boxeador, contrasta con la de Braddock, que parecía y parece un héroe ideal para los tiempos de la posdepresión y del poskatrina. Empezó siendo un púgil prometedor, con buenas maneras, aunque sin la “genialidad” de sus compañeros de generación –Tuney, Sharkey, Schmelling, Louis, Baer-; orilló la cumbre, realizó inversiones en bolsa y todo eso, pero el destino le dejó sin nada. Fue una víctima brutal de la Gran Depresión. Todo se le vino abajo como en un espejismo, incluso se rompió la mano derecha. Durante unos cuantos años sobrevivió a la hambruna, a la miseria, al paro con auténtica madera de héroe, que no tiene reparos en mendigar ayudas. Padre ejemplar de tres hijos, excelente marido, enamorado y suave marido, incapaz de echar un borrón nunca, de repente un golpe de azar le facilita la posibilidad de volver al ring. Y como un elegido de los dioses retorna y logra algo absolutamente impensable en aquellos momentos: tumbas a aspirantes grandiosos, recibe y da monumentales palizas, y llega a ese momento sublime que lo redime de tantos años de incertidumbre y dolor: la memorable noche del Madison Square Garden en la que tendrá la posibilidad de enfrentarse al “asesino” Max Baer.

Y en esa noche, en ese momento en que una vida pasa de súbito de la nada al infinito, gana Braddock. Contra todo pronóstico. La pelea, según la realidad y según la película, fue terrible. Espeluznante. Parecía imposible que ganase Braddock o que no saliese de allí camino del hospital o del cementerio, pero lo logró.
Eso es lo que cuenta a grandes rasgos “Cinderella Man”, una película demasiado almibarada, demasiado llena de buenas intenciones –algunos creadores se olvidan de que la realidad no siempre funciona bien en la ficción, ya sea la literatura o el cine; cada género exige su código de verosimilitud y aquí no se han observado esas reglas-, demasiado sentimental. Braddock tiene algo de mensajero de Jesús y de la bondad, y de mensajero de América. Es el hombre gris, sin especial talento, sin otro talento que su bonhomía, que debió ser así casi por completo, que se convierte en un profeta del dolor de los demás, en un espejo en el que todos se reconocen.

La película es una buena película, demasiado blanda, ya digo, elude ese mundo del gimnasio y de los entrenos casi por completo, está muy bien interpretada por Russell Crowe, que vuelve a alcanzar una increíble altura, dudo más de la interpretación de René Zelwegger (a su favor, además de la ternura, está el magnífico sentido del humor que posee su personaje), y aplaudo la extraordinaria actuación de Paul Giamati (el feo, sentimental e intelectual de “Entre copas”), en su papel de preparador Joe Gould. La ambientación es excelente, hay momentos increíbles como esas secuencias en que los tres hijos se encierran a escuchar por la radio el combate con Max Baer. Julio Cortázar, creo que en “Último round”, tiene un precioso texto donde recuerda como toda Argentina, y también él y su madre, oyeron por la radio la pelea de Jack Dempsey y Luis Firpo. Éste derribó al campeón blanco, no sólo lo derribó, lo echó lejos de la lona por entre las cuerdas y estuvo fuera durante dos minutos. Le permitieron volver y Firpo acabó perdiendo. Y Argentina se bañó aquel día en lágrimas de impotencia.

Salvando la blandenguería, la apología de la familia y el carácter hagiográfico del boxeador, “Cinderella Man” se ve bien e incluso llega a emocionar. No está a la altura de películas realmente memorables como “Cuerpo y alma”, “El ídolo de barro”, “El hombre tranquilo”. “Más dura será la caída”, “Marcado por el odio” o, por supuesto, “Toro salvaje”, pero se deja ver muy bien, y aproxima la desesperación del país en aquel momento. Con “Toro salvaje” de Martin Scorsese –podríamos decir que en complejidad, tormento y negrura del protagonista está en los antípodas- tiene una sorprendente coincidencia: James J. Braddock fue “el hombre que nunca se dejó tumbar”. Y Jake La Motta, tampoco, ni siquiera cuando se enfrentó al maravilloso Sugar Ray Robinson, el hombre que anticipó a Cassius Marcellus Clay.

http://antoncastro.blogia.com/2005/091201-historia-de-jim-braddock-o-cinderella-man-.php

miércoles, 16 de julio de 2008

"40 de abril"

Después de este cuarto de hora bien largo que llevamos de andadura, llega por fin un nuevo trabajo de estudio de Celtas Cortos "40 de Abril", con la más pura esencia del grupo, lo que dicho sea de paso, ya iba siendo hora…….

Y es que los designios del señor son inescrutables, motivo por el cual Celtas Cortos siempre ha participado de una filosofía de vida de puertas abiertas, con lo que las transiciones, idas y venidas de sus componentes, que han sido extensas, acaban un ciclo para regresar a la casa común y volver a centrarse en retomar una manera de escribir y componer totalmente particular, lo que por fortuna hace de Celtas Cortos un país independiente con un lenguaje propio y un espíritu positivo y vital..

Y así ha sido cómo lo hemos hecho: haciendo de la vida, de la calle y de la experiencia el reflejo de nuestras canciones. Y así es cómo llegamos a la conclusión de inventar ese improbable "40 de Abril", un día inexistente que nos recuerda a otros pasados, de los que el tiempo y la memoria nos permite ahora y con cariño reírnos de nuestra sombra. Porque lo peor sería hacer de la vida una ortodoxia talibana que nos oprimiera como un corsé, y nos acabara el humor.

En este "40 de Abril" veréis de nuevo desde nuestra particular ventana el amor, el desengaño, la risa y la reivindicación, con un sonido que vuelve a beber como dije de la esencia original, sin perder de vista ni un segundo el R&R, que es esencialmente nuestro corazón.

En estos días inciertos en que la música y sus derroteros son más que nunca un arte y puro malabarismo, os invitamos a volver a casa. Hemos preparado la mejor fiesta posible que podíamos hacer. Y tenemos de todas las sustancias sonoras que os podáis imaginar. Que os lo paséis bien en ella.
Salud !!!!!

Jesús Cifuentes,