En las pupilas de tus ojos;
contemplo un cielo;
luna, estrellas en concierto;
coronas de amor y dignidad bajo tu manto;
y una noche de luz, encendida con tu encanto.
Hoy construiré un templo en la tierra;
le pondré columnas de alegría;
y paredes de sueño...;
y el altar será un diamante labrado;
en material de beso.
Bien puede suceder, que hasta la
sangre se nos haga vinagre;
entre las venas;
pero a pesar del cielo y la fatiga;
seremos una sola, espesa tierra.
Tanto como los pájaros en vuelo;
son amables las mariposas muertas;
pero algo que nos une, tierra adentro;
nos seguirá amarrando por debajo;
tanta liga en el alma;
tanta amarra en la mano;
me acerco a la ventana;
y respiro tu alma.
Raúl T (Colombia)
miércoles, 28 de marzo de 2007
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