jueves, 22 de febrero de 2007

Birthday

Y se despertó con la misma sensación de soñolencia de todos los viernes. Sabía que era tarde pero no quería mirar la hora ya que no tenía ninguna prisa. Su madre le cantaba para que el despertar de su vigésimo cumpleaños fuera lo más suave y cariñoso posible. Pero él sólo deseaba quedarse en su cama imaginando historias durante un buen rato.

Había pasado la parte que más le gustaba de la semana, esto es, la tarde-noche del jueves.

El jueves llegó a la hora de siempre a comer y parecía que la sensación de morriña iba disminuyendo. Hacía casi una semana que había vuelto de su London journey y seguía sintiéndose especialmente extraño aunque sabía que esa sensación no se debía al viaje en sí, sino a lo que había sentido durante la estancia: amor, impotencia, alegría, soledad, amistad, olvido, disfrute, en definitiva, una mezcla explosiva en un país extraño y la "obligación" de hablar de vez en cuando en inglés.

Nada más levantarse ya conocía todo lo que iba a suceder ese día. Su arrogancia y prepotencia le hacían creer que era un chico listo y que quizás su excesiva inteligencia e imaginación le convertían en un loco.
Se levantó, como casi todos los días, con apetito para tomar un buen desayuno aunque antes de bajar a la cocina se quedó aguantando hasta el último instante en la cama. El caso es que después de desayunar y volver a acurrucarse entre sus sábanas, puso música e hizo que estudiaba. Ya eran más de las 12:30.

Entonces creyó que podría ser artista y pensó por un momento que podría vivir bohemio pintando cuadros o escribiendo libros. Intentó dibujar algo en un papel pero comprobó que seguía siendo un inútil, tan inútil como la noche anterior.

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